Especiales hijos de Putin: Periodo de Primer Ministro


Amigas y amigos: Continuando en el tributo al actual Presidente de Rusia, Vladimir Putin, considerado como un ejemplo para el mundo, y que si tuviera una posibilidad para que Chile tuviera un estilo de gobierno como el de Putin, seguimos contándoles su historia política, en esta ocasión como Primer Ministro de la Federación Rusa o simplemente Rusia.

 El 8 de mayo de 2008, la Duma Estatal ratificó el nombramiento de Putin como primer ministro: 392 diputados votaron a favor y 56 lo hicieron en contra. Borís Gryzlov, presidente de la cámara baja, anunció que había sido una votación récord y que nunca antes un presidente del Gobierno obtuvo tal respaldo.​ De los cuatro partidos con representación en la Duma, solo los comunistas votaron en contra.

Con Medvédev como presidente, la jefatura del Gobierno adquirió más poderes que de costumbre, y aunque formalmente era este el que ostentaba el cargo máximo de la nación, nadie dudaba que el hombre fuerte seguía siendo Putin. Esto significaba que Medvédev no podría hacer nada que no contara con la venia de Putin. Como se vería al final, Medvédev desempeñó a la perfección el papel para el que Putin él había elegido: guardarle el sillón presidencial hasta que él pudiera volver a ocuparlo. Putin, en realidad, podría haber seguido en el Kremlin, de haberlo deseado: muchos le instaban a que lo hiciera y que para ello reformara la Constitución, lo que no representaba problema alguno, ya que Rusia Unida tenía la mayoría absoluta en el Parlamento. Pero él prefirió cumplir las formalidades democráticas, no reformar la ley fundamental y poner a un hombre de su confianza que le garantizara la vuelta a la jefatura del Estado.

Comenzó así el periodo que se conoce como la bicefalia ejecutiva de Medvédev - Putin. Y el primer problema que debieron enfrentar fue la llegada a Rusia de la crisis mundial. Gracias al fondo de estabilización creado con las superganancias generadas por la venta de gas y petróleo y a la aplicación de políticas correctas, lograron evitar que la crisis golpeara fuertemente a la población y con ello evitaron el peligro de una explosión social. El Gobierno no permitió la quiebra de los bancos, y de la noche a la mañana, las entidades financieras con problemas se vieron en manos de otros bancos estatales o controlados por el Estado. También se intervino en la Bolsa, y el Gobierno compró acciones de las principales empresas en peligro, que más tarde revendió con ganancias. Con todo, la caída de la economía fue grande, pero su recuperación, mucho más rápida que en otros países.

En medio de la crisis económica, el 7 de agosto dio comienzo la guerra de Osetia del Sur. Después de un día de incertidumbre, Rusia dio la orden de atacar a Georgia que fue derrotada. La consecuencia inmediata fue el reconocimiento, por parte de Moscú, de la independencia de Abjasia y Osetia del Sur. Medvédev, como presidente, tuvo el principal protagonismo en el conflicto, pero siempre contó con el apoyo de Putin.

Durante este periodo continuaron las manifestaciones — como las llamadas Marchas de Opositores — que habían comenzado a organizarse durante la presidencia de Putin, en 2006 y 2007. Entre los nuevos líderes de la oposición no parlamentaria figuraban el excampeón mundial de ajedrez Gari Kaspárov y el ex primer ministro Kasiánov, que representaban la derecha democrática, mientras que la extrema izquierda la lideraban el nacional-bolchevique Eduard Limónov y el izquierdista marxista Serguéi Udaltsov.

Se produjo así una amplia unión que abarcaba desde la extrema derecha a la extrema izquierda. Sin embargo, esta oposición no lograba movilizar a grandes masas. Esta situación fue cambiando, lo que se hizo especialmente notorio después de las elecciones parlamentarias de 2011, que fueron calificadas de fraude por la oposición. A las protestas de estos grupos, se le unió gente que representaba a la clase media rusa, jóvenes exitosos que, sin embargo, sentían que necesitaban más libertad y democracia. Un papel importante en las protestas lo comenzaron a tener la llamada capa creativa de la sociedad y algunos de sus representantes, como los escritores Borís Akunin y Dmitri Býkov, comenzaron a desempeñar un activo papel en las protestas.

Sin embargo, la oposición tenía una fuerza real solo en las grandes ciudades, especialmente en Moscú y San Petersburgo, lo que quedó demostrado en las elecciones presidenciales de marzo de 2012, en las que, como estaba previsto, triunfó Putin.

El Gobierno adoptó una actitud hostil hacia las protestas, que generalmente terminaban con la detención de sus líderes y de decenas o incluso cientos de manifestantes, lo que no ha hecho más que dañar la imagen de Rusia en Occidente.

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