Especiales Educación: La Letra con Sangre entra


Amigas y amigos: El pintor español Francisco de Goya plasmó su visión crítica a la educación de su época en el pequeño cuadro "La letra con sangre entra", un boceto o "borroncillo", Una educación que Goya, que sentía gran devoción por los niños, juzga defectuosa y que ilustra en una escena de escuela de pequeñas dimensiones, pero magnífica en los detalles y dominada por un estudio "sensacional" de la luz en el que un niño, espera a que el profesor lo azote con un latiguillo. La escena muestra al maestro a la izquierda sentado sobre un sillón en actitud de azotar con un latiguillo a un alumno que descubre sus nalgas, que adopta la postura de recibir el castigo mientras una niña levanta su camisa y que se convierte en el foco de la iluminación que entra por un amplio ventanal a la izquierda en contraste con las sombras producidas en el resto de la composición. A la derecha, otros dos alumnos se duelen del castigo ya recibido mientras otros se aplican en sus tareas y un perro observa la escena junto al maestro.

En este óleo sobre tela (de 19,7 por 38,7 centímetros) de grandes pinceladas y pintura muy empastada, Goya centra la atención en el castigo corporal que recibe el niño e intenta, como ilustrado, denunciar los "vicios" de "la letra con sangre entra" en una época temprana, ya que será después, con "Los caprichos", cuando muestre sus criticas abiertamente, en 1792.

Según el profesor Badía Martín, del Departamento de Psicología de la Universidad de Barcelona, el castigo, aun habiendo sido aplicado durante siglos por maestros, padres y educadores, hoy en día y concretamente en nuestra sociedad ha quedado relegado a un último lugar, y en algunas sociedades incluso ilegalizado. El abuso de los castigos físicos y la naturaleza de los mismos contribuían a despertar en los pequeños escolares el odio hacia la institución escolar. La historia del castigo escolar empieza en Summer: «En la casa de las tablillas, nombre que se daba a la escuela, había vigilantes encargados de controlar la asistencia y comportamiento de los alumnos o hijos de la casa de las tablillas y también, un encargado del látigo. El uso de la vara era generalizado y extensible a todo tipo de faltas: por llegar tarde a clase, por quedarse entretenido en la calle, por no ir vestido con decoro »En el antiguo Egipto, los bastonazos en las espaldas desnudas de los niños era una costumbre bastante habitual con la finalidad de mantener alerta sus oídos, es decir, que atendiesen debidamente. Por ello se decía que «los discípulos tienen los oídos en las espaldas». En Roma, los maestros utilizaban todo tipo de instrumentos para castigar a los niños: látigos, vergajos y palos. En las escuelas de los monasterios de la Edad Media se utilizaban diversos tipos de castigos: desde el encierro al látigo. Eran frecuentes los golpes en la cara, en la boca, en las orejas, en la espalda y en el cuerpo desnudo. En el Renacimiento, Erasmo de Roterdam dice: «Más que una escuela parece aquello una carnicería en la que no se oye más que el chasquido de las férulas (palmetas), el estrépito de las varas y las brutales imprecaciones del maestro». Edad ModernaEn la Edad Moderna, siglos XVII y XVIII, los castigos escolares seguían basándose en el uso y abuso de la vara y la palmeta.En el siglo XIX, el castigo físico a los niños en las escuelas, y por supuesto en las casas, estaba generalizado en todos los países. En Inglaterra el uso del látigo era lo más habitual, aunque había otros tipos como el palo que se ponía en el cuello para que no pudiera bajar la cabeza o unas esposas de madera. Aprender de rodillas era la penitencia que más se imponía a los escolares. Otra de las formas de castigar a los alumnos consistía en colgarles del cuello un letrero o cartel con el texto de la infracción cometida o de la pena a la que habían sido castigados.Otra forma de castigar a los niños era hincarlos de rodillas, colocándoles orejas de burro. Lo peor del castigo no era el dolor físico, sino el dolor moral por ser ridiculizado ante los ojos de los demás niños.

En 1776, en Polonia, Emanuelle Kant habla de la importancia de la educación para salir de la barbarie y humanizar al hombre. “No se envía a un niño a la escuela, no ya con la intención de que aprendan algo, sino con la habituarlos en permanecer en silencio, y a observar puntualmente lo que les ordena, para que más adelante no se dejen dominar por sius caprichos”; ya en 1800, Johann Frederic Herbart menciona que la disciplina tenia como objetivo formar el carácter y educar la voluntad. Propuso una obediencia reflexiva y elegida por el alumno.

Por otro lado, en 1778, en Inglaterra, Joseph Lancaster funda su primera escuela, proponía el castigo corporal por no aprender y en lugar de ello utilizaba las recompensas positivas, ya por 1824, Samuel Wilderspin, decía si bien utilizaba el sistema lancasteriano, planteó un tipo de autoridad más pedagógica diferente, menos brutal, orientada a que los niños aprendieran en un ambiente donde el afecto era un bien de cambio. Incluye el patio de juegos. Mantener al alumno siempre observado es la premisa.

En Chile, y en el artículo anterior, Bernardo O'Higgins, en calidad de Director Supremo de Chile, y con su experiencia educativa en Inglaterra, instauró el método Lancarter dentro del sistema educativo chileno, incluyendo el método de la Letra con Sangre entra, que imperó dentro de la disciplina educativa durante más de un siglo y varias décadas, ya con los años, las reformas educativas instauradas al sistema educacional, con los gobiernos radicales de Pedro Aguirre Cerda, Juan Antonio Ríos y Gabriel González Videla, incluyendo la Reforma Educacional de 1965 bajo el gobierno de Eduardo Frei Montalva y bajo la gestión del Ministro de Educación, Juan Gómez Millas, hacen que estos crueles métodos educativos vayan en retirada, incluyendo la firma que hizo Chile del tratado de la Declaración de los  Derechos del Niño y la Convención del Niño, firmada en 1959 y 1989, respectivamente, hacen que el método de la Letra con Sangre entra se deje sin efecto, instaurando otras metodologías de enseñanza más armoniosas y menos crueles.

La letra con sangre entra, un método que deja un recuerdo, tanto para bien como para mal, de aquella generación, con estricta formación que ya es historia. Gracias.

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