Historias a la Chilena: Gustavo Leigh Guzmán
Amigas y amigos: Gustavo Leigh Guzmán, nació en Santiago 19 de septiembre de 1920 fue un general del aire y comandante en jefe de la Fuerza Aérea de Chile, quien integró la Junta Militar que derrocó al presidente Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973.
Fue hijo de Hernán Leigh Bañados y Laura Guzmán Cea. Hermano de Hernán Alfredo Leigh Guzmán, diputado de la República. Realizó sus estudios en el Liceo José Victorino Lastarria.
En 1940, Leigh entró a la Escuela Militar y posteriormente a la Escuela de Aviación, egresando como subteniente. En 1944 se graduó con el grado de teniente y en 1948 el de capitán. Entre 1942 y 1945, estuvo en el Grupo de Aviación Nº 4, de la base aérea de El Bosque, como piloto de bombardeo, y luego instructor de vuelo en la Escuela de Aviación.
En 1943 realiza un curso de defensa antiaérea en la zona del Canal de Panamá. En 1952 y 1953, realiza estudios en la Escuela de la Fuerza Aérea de Estados Unidos en el estado de Wyoming, especializándose en abastecimiento y de piloto de helicóptero en Bell Aircraft.
De regreso en Chile, es nombrado Comandante de Escuadrilla, y hasta 1955, ejerció como segundo comandante del Grupo de Caza Nº 11, de Quintero. En 1958 ascendió a Comandante de Grupo. En 1960 regresa a Estados Unidos, como jefe de la Misión en Washington. En 1966, con el grado de Coronel de Aviación, se desempeñó como secretario general de la Fuerza Aérea y, posteriormente, como director de la Escuela de Aviación del Capitán Manuel Ávalos Prado, cargo que ocupó hasta 1971. Con el grado de General de Aviación, fue nombrado Jefe del Estado Mayor General de la Fuerza Aérea.
El 17 de agosto de 1973, el general Gustavo Leigh fue nombrado comandante en jefe de la Fuerza Aérea por el presidente Salvador Allende, tras la renuncia del general César Ruiz Danyau. Según un informe Allende le ofreció a Leigh la Comandancia en Jefe de la Fuerza Aérea de Chile y el Ministerio de Obras Públicas, pero el general los rechazó diciendo que no era marxista.
En septiembre de 1973, Leigh y el vicealmirante de la Armada José Toribio Merino Castro, lideraban a varios miembros de las fuerzas armadas que preparaban un golpe de Estado. El domingo 9 de septiembre de 1973, Leigh visita a Augusto Pinochet Ugarte, quien (según el testimonio de Leigh) todavía titubeaba en integrarse al golpe. "Decídete, porque nosotros ya lo estamos. Si no lo haces, vamos a ir solos con la Marina, y el Ejército se va a quedar fuera", le advirtió Leigh al general Augusto Pinochet, instándole a sumarse al golpe. Finalmente, ellos firman un documento enviado por Merino en donde sellan el golpe contra Allende.
El 11 de septiembre de 1973, Leigh se establece en el puesto de comunicación Nº 2, de la Academia de Guerra de la Fuerza Aérea (AGA) en Las Condes, ordenando el bombardeo con aviones Hawker Hunter el palacio de La Moneda, la residencia presidencial de la calle Tomás Moro y seis radioemisoras de Santiago. Sobre este hecho se pronunciaría más tarde:
"Fue una medida dolorosa, pero créanme que, al fragor de lo que se vivía, fue una medida que debe haber ahorrado muchas vidas, porque el Presidente Allende estaba decidido a morir en La Moneda, como ya nos lo había manifestado personalmente".
Leigh era considerado "el más duro de la Junta Militar", ya que según sus palabras la misión de la Junta Militar consistía en extirpar el "cáncer marxista" que amenazaba la vida orgánica de la nación, aplicando medidas extremas, "hasta las últimas consecuencias”.
La Fuerza Aérea, al mando de Leigh, actuó enérgicamente en la “depuración” de sus filas de miembros izquierdistas, en la Academia de Guerra Aérea (AGA), se realizaron los interrogatorios y torturas al general Alberto Bachelet y muchos oficiales de la Fuerza Aérea. Igualmente, Leigh creó el Comando Conjunto, organismo que llevó las tareas de inteligencia en contra de los opositores de la Dictadura Militar.
En agosto de 1977 se refirió duramente al Presidente estadounidense Jimmy Carter, tras la denuncia de la violación de los derechos humanos:
"Es un hipócrita. Condena a Chile, al mismo tiempo que su gobierno busca un acercamiento con la dictadura de Castro en Cuba, que lleva 18 años de gobierno autoritario".
Los conflictos con Pinochet se manifestaron desde el mismo día del golpe de estado. Leigh le criticaba a aquel el haberse sumado a última hora al derrocamiento de Allende para después quedarse con todo el poder. En diciembre de 1974, Leigh se opuso a que Pinochet asumiera el cargo de Presidente de la República. Frente a esa negativa, recordó Leigh, "a Pinochet le vino un ataque de furia, dio un golpetazo a la mesa, quebró el cristal, se rompió un poco la mano y sangró. Ahí, Merino y Mendoza me dijeron que yo debía firmar, porque si no la Junta se iba a dividir. Firmé".
A lo anterior se sumó la crítica de Leigh hacia los pasos adoptados por el régimen en materia político-institucional, así como a la forma en que se implementó el modelo económico de libre mercado.
La ruptura definitiva entre Leigh y Pinochet se produjo luego de que el primero concediera una entrevista al periodista Paolo Bugialli, del diario italiano Corriere della Sera, conocida en Chile el 18 de julio de 1978, en la que criticó diversos aspectos de la Dictadura Militar. Entre los pasajes más relevantes de esa entrevista se pueden citar:
General, tengo la impresión de que la imagen internacional de Chile jamás estuvo tan baja como ahora. ¿Cuáles piensa que podrían ser las medidas a tomar para mejorarla.
Creo que el mejoramiento de la imagen no debe partir de acciones externas, sino del interior mismo de Chile. Aquí falta un itinerario, y que se lo respetase. Nos daría más oxígeno. Es ya tarde, pero es necesario de todas maneras hacer un programa para el retorno a la normalidad, indicando tiempos y modo, todo. Yo, personalmente, pienso que no es posible un traspaso rápido al poder civil. Yo vería todavía cinco años de poder militar, pero cinco años utilizados para desarrollar un preciso programa que resumiría en cuatro puntos:
Primero: un estatuto que regule la vida de los partidos políticos, a fin de que no vuelvan a caer en las degeneraciones de antes, cuando eran agencias de colocación, dedicados a los negocios, recibían dinero y no se sabía ni de dónde ni por qué.
Segundo: la restauración de los registros electorales, que han sido destruidos. Creo que sólo este trabajo llevará tres años de tiempo.
Tercero: una ley general que regule elecciones libres.
Y cuarto: un texto constitucional para someter a referéndum. En la elaboración del texto constitucional debieran participar también personalidades civiles (...)
Debo ahora llamarlo a afrontar un tema difícil. Las investigaciones de la justicia norteamericana sobre el asesinato de Letelier...
Es un problema muy delicado. Yo no puedo imaginar una posible implicación de Chile. Yo condeno vigorosamente aquel crimen, yo condeno el crimen contra cualquier hombre, así como condeno la tortura. No puedo creer que organismos chilenos estén implicados en el sucio caso. Pero si resultase responsabilidad del gobierno, sería muy delicado, muy difícil... yo no podría aceptar una responsabilidad directa o indirecta de organismos del país.
¿Significa que usted reconsideraría su posición en el ámbito de la Junta Militar? Significa exactamente esto. Yo reconsideraría muy seriamente mi posición.
Una última pregunta, delicada. Respecto a los "desaparecidos".
Es necesario pensar en los días de virtual guerra civil; en la gente que tenía documentos falsos, que tal vez ha sido sepultada bajo nombre falso. Yo comprendo la situación terrible de quien tiene alguna persona querida desaparecida. Pero pienso que lo único que pueden hacer es dirigirse a los Tribunales, que en nuestro país son serios, independientes. El gobierno declara no saber nada de los desaparecidos. Cualquier gobierno, si supiese algo sobre un tema tan delicado y no lo dijese, sería un gobierno de desvergonzados. La única cosa posible es afrontar el problema por la vía jurídica."
Tras una reunión - almuerzo de la Junta de Gobierno celebrada el miércoles 19 de julio de 1978 "la relación se había deteriorado tanto, que hubo de suspenderse la sesión de la Junta prevista para esa tarde. La crisis empezaba a alterar la marcha gubernativa".
Entre el miércoles 19 y el viernes 21 de julio, el general Pinochet decidió remover al general Leigh de sus cargos. Numerosas reuniones sostuvo Pinochet en esos días, a propósito de la crisis. Merino y Mendoza, separadamente, conversaron con el Presidente. "Les dije: 'Hay que echar este gallo (sic)' Si este gallo nos pela (sic) fuera de Chile siendo parte el gobierno, ¿cómo lo vamos a tener dentro de la Junta?". Consultados por Pinochet para votar la destitución del aviador, Merino y Mendoza estuvieron a favor. El independiente de derecha Eduardo Boetsch, por su parte, recuerda una reunión entre él, el general Sergio Covarrubias, Jaime Guzmán y Jovino Novoa: "Les dije: 'Hay que echar a Leigh'. 'Eso sería romper la Junta', me respondieron. 'La Junta ya está rota'. Estuvieron de acuerdo, hablamos con Pinochet y así se hizo". El sábado 22, Pinochet convocó a su despacho en el Edificio Diego Portales a Sergio Fernández, Mónica Madariaga, Roberto Kelly y a los generales del Ejército César Raúl Benavides (Ministro de Defensa), Sergio Covarrubias y Rolando Garay. Pinochet les dijo: "Bueno, quiero saber qué piensan ustedes sobre esta situación y sobre una eventual destitución del general Leigh".
Todos, recuerda Kelly, concordaron en que Leigh debía irse, "porque era inaceptable que estuviera haciendo cosas a sus espaldas". Pinochet expresó que le pediría la renuncia a Leigh y le ordenó a Kelly que se contactara con el almirante Merino para informarle esa decisión". En todo caso, ya en la noche del viernes 22, el Presidente le había solicitado a Mónica Madariaga, Ministra de Justicia de la dictadura, que ideara una justificación jurídica para la destitución. "Busca la fórmula, pero Leigh se va". Sin embargo, el encuentro más importante fue el que se produjo entre Pinochet y Matthei, a fin de que éste aceptara el mando de la Fuerza Aérea. El propio Pinochet ha relatado que llamó a Matthei para estos efectos, aunque no precisó ni la fecha ni las razones que lo indujeron a hacer esa elección: "Llamé a Matthei y le dije: 'A usted lo quiero nombrar comandante en jefe'. Le di cinco minutos para pensar. 'Conforme, yo soy', me dijo". En 1979, Matthei le revelaría más detalles ese encuentro a Ángela Jeria, viuda de Bachelet: "Matthei me dijo que no había tenido otra opción más que asumir como Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea de Chile porque Pinochet lo había puesto entre la espada y la pared: si no lo hacía, dividiría a la FACH en dos partes, una la asignaría a la Marina y la otra al Ejército; o nombraría a un general de Ejército como Comandante en Jefe".
De acuerdo a Leigh y a los generales que se retiraron con él en 1978, “el sábado 22 de julio de 1978, el general Matthei, entonces Ministro de Salud, visitó en su domicilio al Jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, comunicando que había recibido ese día el llamado de un integrante de la Junta de Gobierno, quien le informó que el lunes 24 se procedería a la destitución del general Leigh, y que a él se le nombraría Comandante en Jefe. Como consecuencia de ello fue invitado a la residencia del Comandante en Jefe para discutir esta situación. El general Matthei se negó a hacerlo”.
En la mañana del domingo 23, Pinochet invitó a su casa al almirante Merino, al general Mendoza, y a los ministros Fernández y Madariaga. "Se confirmó que las gestiones de conciliación habían fracasado", escribió después Fernández, "concluyéndose que era inevitable reemplazarlo" (a Leigh).
El 24 de julio de 1978, la Junta de Gobierno, reunida en el Ministerio de Defensa, le pidió la renuncia al general Leigh. Ante la negativa de éste, la Junta lo declaró "imposibilitado para ejercer sus funciones", fundándose en el Decreto Ley Nº 527, de 1974, y lo reemplazó por el General de Brigada Aérea (A) Fernando Matthei. Para Leigh, tal nombramiento constituyó una sorpresa, pues "Matthei siempre se había considerado amigo mío, él se había considerado amigo mío, y fue un general normal hasta el día en que Pinochet lo convenció de que me reemplazara a mí. Y él no me dijo una palabra. Yo lo mandé a citar al Ministerio y no concurrió. O sea, me jugó mal, no esperaba yo de un general FACH una actuación como la de él".
La destitución, señaló Leigh, "me dolió, no lo puedo negar, si dijera que no me dolió sería un cínico". "Me sentí frustrado. Más que el término de la Junta, sentí la salida de mi institución, a la cual yo le había dedicado casi 40 años. Me sentí frustrado de que los mismos que yo... yo había traído a Mendoza a la Junta, nosotros habíamos escrito el decreto 525 (sic) que daba una regulación a la operación de la Junta, donde éramos indestituibles cada uno de de nosotros, de manera que me sentí frustrado".
La salida de Leigh fue bien recibida entre los partidarios civiles de la Dictadura Militar. En este sentido, el entonces Ministro de Relaciones Exteriores, Hernán Cubillos, recordaría que "había llegado a tal malestar su posición ante la Junta, que cuando uno iba a exponer uno de estos temas (problemas limítrofes), el general Leigh acostumbraba cerrar los ojos, como pretendiendo que se quedaba dormido, lo que era muy incómodo para quien estaba exponiendo un tema. Yo le diría que todos estuvimos mucho más tranquilos cuando él fue reemplazado, y se hizo mucho más fácil la relación con la Junta".
La salida de prácticamente la totalidad del Alto Mando de la Fuerza Aérea de Chile dejó a la institución en una situación difícil, la que, años después, un familiar del nuevo Comandante en Jefe resumiría de la siguiente forma: "Los coroneles tuvieron que trabajar, de lunes a lunes, para tratar de "parar" una Fuerza Aérea que "más o menos" pudiera hacer algo contra la fuerza de los países con los que había problemas".
El 21 de marzo de 1990, miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) entraron a su oficina de corretaje de propiedades y le dispararon, impactándole cinco balas en el rostro, tórax, y los brazos. Una de estas le atravesó un ojo, perdiéndolo. A pesar de las heridas, sobrevivió al ataque.
A causa de un paro cardíaco, Leigh falleció el 29 de septiembre de 1999 en el Hospital de la Fuerza Aérea.
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