La Retroexcavadora: El discurso de Platón, El Banquete.
Amigas y
amigos: Lo que les vamos a presentar en este segmento es algo fuera de
lo común, para mi juicio personal es uno de los escritos más complejos, en
algunos momentos del texto, pero me
gusta la forma de diálogo que usa Platón, porque así se pueden explicar varios
puntos de vista distintos, y el punto con el que estoy más de acuerdo, es el de
Pausanias, ya que el amor se debe basar en el alma, no en el cuerpo.
Lo que más me llama la atención es que cuando
hablan de Eros, hacen que parezca el Dios más importante de todos, hacen que
parezca incluso más poderoso e importante que Zeus. Hay pequeños detalles que
no me gustan, como cuando Pausanias dice que el sexo masculino es,
naturalmente, más fuerte y más inteligente que el femenino, una concepción
bien machista o que tengan a Sócrates como un ser superior que nunca se
equivoca y que todo lo que dice es cierto.
Usted al leerlo saque sus propias conclusiones,
los dejamos con el discurso de Platón llamado el Banquete.
Apolodoro
le cuenta a un amigo una historia que Aristodemo le contó acerca de una cena
que mantuvieron un grupo de amigos, entre los que se encontraba Sócrates.
Aristodemo se encuentra con Sócrates, quien le invita a un banquete en
casa de Agatón. Éste acepta la proposición, y ya de camino a la reunión,
Sócrates se para y le manda ir solo. Éste, extrañado, obedece y se va. Una vez
allí, es bien recibido por todos, que intrigados le preguntan por Sócrates, a
lo que les responde que se detuvo en mitad del camino. Agatón ordenó ir a
buscarlo, pero Sócrates se negaba a ir. Al ver que no llegaba, comenzaron a
comer, y de repente apareció, y lo único que dijo fue que ojalá la sabiduría
pudiese pasar de unos a otros con tan sólo tocarse. Una vez dicho esto se sentó
y comió con los demás.
Al acabar de comer, Erixímaco propone que cada uno de los comensales dé
un discurso de alabanza a Eros, ya que nadie antes lo ha hecho a pesar de que
sea uno de los dioses más importantes. Todos aceptan, y empiezan a alabarlo:
El primero en alabar a Eros es Fedro, quien dice que es un gran dios,
digno de ser honrado por los demás dioses y por los hombres, ya que es el más
antiguo de todos, y es de todos ellos el que más bien hace a los hombres tanto
en vida como después de ella, porque no hay mejor cosa para un hombre que tener
un amante virtuoso.
El siguiente en hablar es Pausanias, quién difiere de Fedro, ya que
dice que no hay un solo Eros. Dice que no hay Afrodita sin Eros, y como hay dos
Afroditas, necesariamente habrá dos Eros. La primera Afrodita es la popular,
cuyo amor, es el que hay entre la gente común, que ama sin elección, dando
preferencia al cuerpo por encima del alma, que solo aspira al goce y le
importan muy poco los medios. Aunque el amor en sí no sea ni bello ni feo, éste
se puede considerar feo, ya que el amor es bello si es honesto, y feo si no lo
es, y éste no lo es, porque ama al cuerpo antes que al alma. El amor bello es
aquel en el que lo amado es la virtud, éste es el amor de la segunda Afrodita,
la Afrodita Urania, el que ha de ser estudiado y alabado.
A continuación, habló Erixímaco, quien dijo que iba a completar el
discurso de Pausanias, ya que a su entender estaba incompleto. Está de acuerdo
con él en la distinción de los dos Eros, pero cree que el amor no sólo está en
el alma sino que está presente en todo, por ejemplo en la música, donde se
consigue que cosas tan distintas como lo grave y lo agudo, aparezcan en
sintonía. Para terminar dice que el amor es poderoso y universal, y que cuando
se consagra al bien y a la justicia, es cuando nos manifiesta todo su poder
dándonos una gran felicidad y haciéndonos vivir en paz los unos con los otros.
Tras este siguió Aristófanes, quien dijo que los hombres ignoran el
poder de Eros, ya que si lo conociesen, le levantarían templos y altares, pero
nada de esto se hace, porque no se dan cuenta de que es el dios que da más
beneficios al hombre. Para explicar el poder de Eros, Aristófanes empieza
diciendo cómo era la naturaleza humana, que al principio había tres sexos, los
dos de ahora, más un tercero formado por la unión de los otros dos. Tenían
cuerpos distintos a los de ahora, con muchos brazos y muchas piernas, y gracias
a esta superioridad física, osaron subir al cielo a luchar contra los dioses,
cosa por la que Zeus se enfadó y los castigó dividiendo a cada persona en dos.
De ahí que cada individuo busque su otra mitad, porque en un principio éramos
un solo ser, que tras el castigo de Zeus se convirtió en dos. Así que debemos
alabar a los dioses para que no nos vuelvan a castigar con una nueva
separación, y en especial hay que alabar a Eros, ya que es el único que nos
puede proporcionar nuestra otra mitad y así la felicidad.
Acto seguido, interviene Agatón, quien dice no estar de acuerdo con
Fedro acerca de que Eros es el más antiguo de todos los dioses, sino que afirma
que es el más joven, ya que si hubiese existido antes, no se hubiesen producido
peleas entre los dioses, porque el amor los hubiese unido como ocurre ahora.
También dice que es el más sutil y el más delicado, que es un dios justo y con
templanza y que, además es el más fuerte, incluso más que Ares, ya que lo tiene
dominado con el amor de Afrodita, y el que posee es más fuerte que el poseído.
En cuanto a su habilidad, dice que es el mejor poeta, ya que convierte en poeta
al que quiere y que es el maestro de Apolo, ya que éste descubrió la medicina
gracias a la pasión y al amor concedidos por él. Para terminar su alabanza,
recita un himno en el que dice que Eros es la gloria de los dioses y los
hombres, y que todos deben alabarle para que haya felicidad.
Tras Agatón habla Sócrates, quien dice encontrarse un gran conflicto,
ya que tiene que hablar después de oír discursos tan bellos y variados, de los
que critica que atribuyen cualidades sin importar su verdad o falsedad. Dice
que él hablará sin tanto refinamiento, pero que dirá solo verdades. Para
empezar interroga a Agatón sobre su discurso, y tras una serie de preguntas,
llegan a la conclusión de que el amor es el amor a algo, a algo que no se
posee, es decir, que si Eros ama a lo bello es que carece de belleza, y si lo
bello es bueno, también carece de bondad. Sócrates dice que esto se lo enseñó
una extranjera llamada Diotima, con la que tuvo una conversación acerca del
amor en la que le enseñó todo lo que sabe. Les cuenta esta conversación, en la
que llegan a muchas conclusiones, como que no todas las cosas son bellas o
feas, sino que hay un término medio, también acuerdan que Eros no es un dios,
ya que todos los dioses son bellos y dichosos, y Eros no lo es, sino que es una
cosa intermedia entre lo mortal y lo inmortal, a lo que Diotima llama demonio,
por ser el mediador entre los dioses y los hombres. Para explicar su
naturaleza, Diotima cuenta una historia en la que tras una fiesta, Poros, la
abundancia y Penia, la pobreza, tienen un hijo, Eros, quien por un lado es
pobre, flaco y sin domicilio, y que por otro lado es varonil, atrevido,
encantador, etc. Ama lo bello, y por tanto ama la sabiduría, es decir, es
filósofo, y como tal ocupa un término medio entre la sabiduría y la ignorancia,
todo ello debido a su naturaleza paterna. Ya explicado el origen de Eros,
Diotima explicó que el objetivo del amor es poseer lo bueno, y su fin es la
generación y la producción de belleza. Sócrates, al estar totalmente de
acuerdo, toma estas palabras como suyas. Al terminar el discurso dice que tomen
estas palabras como quieran, que las llamen elogio o como deseen, y tras esta
intervención recibe una gran ovación.
Poco después de que Sócrates acabase su discurso, picó a la puerta
Alcíbiades, quién llegaba ebrio, con el objeto de coronar a Agatón como el
hombre más sabio. En el momento de hacerlo ve a Sócrates, con el que está muy
enfadado, pero al que también corona en alabanza a su sabiduría. Se sienta, y
como hicieron todos los demás, le mandan pronunciar un discurso en alabanza a
Eros, a lo que responde que delante de Sócrates no puede hacer un discurso
alabando a nadie que no sea él, ya que si lo hiciese, este se enfadaría, y
entonces le piden que lo haga de Sócrates, cosa que acepta. Para empezar, le
pide a Sócrates que le avise si dice algo que no sea verdad. Comienza
criticándolo de burlón descarado, y de controlar a la gente con sus discursos,
por lo que lo llama flautista Sátiro. Cuenta lo ocurrido una noche en la que él
y Sócrates se encontraban solos, y en la que Alcíbiades le manifiesta su amor,
que Sócrates rechaza sutilmente, cosa que enfada a Alcíbiades. A pesar de ser
rechazado, dice que lo sigue amando, porque lo ve como la persona más bella y
más sabia, cuyos discursos son conmovedores, y que le avergüenzan por no poder
poner en duda nada de lo que dice. Al final avisa a Agatón, pareja de Sócrates,
para que se proteja y que no le haga el daño que le hizo a él a lo que Sócrates
responde que el verdadero fin del discurso, separar a Agatón y a él no iba a
funcionar.
Después de esta intervención, los invitados se fueron marchando poco a
poco, hasta que solo quedaron Agatón, Sócrates y Aristófanes, que estuvieron
hablando hasta bien entrado el día siguiente.
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