La masacre de Pando, el 11 de Septiembre boliviano

Amigas y amigos: El 11 de Septiembre es na fecha que importante por acontecimientos trágicos, pero este que vamos a contar en esta tribuna es lo peor, e incluso, asemeja a a tribus triviales africanas, en donde es muy seguido este tipo de situaciones bélicas, en donde impera el desempleo, la hambruna y la guerra, me refiero a la Masacre de Porvenir, también llamada Masacre de Pando, fue una masacre que se llevó a cabo un 11 de septiembre de 2008 en Bolivia, cerca de la población de El Porvenir (en las cercanías de la ciudad de Cobija, capital del departamento de Pando). Tuvo como resultado la muerte de 13 campesinos y de dos funcionarios de la Prefectura de Pando. Uno de los hechos más conflictivos del primer período de gobierno del Presidente Evo Morales Ayma, un empresario cocalero hambriento de poder, que quiere perpetuarse en el poder a cómo de lugar de forma vitalicia., el cual muchos de sus opisitores le enrostran este hecho, y a la vex, lo culpan como responsable de esta masacre, pero Evo Morales a la vez, y para aferrarse en su discurso, culpa al capitalismo de esta masacre, el típico discurso imbécil típico de las personas populistas de izquierda para evadir otros problemas mayores y peores, incluyendo el de Porvenir, para lavarse las manos y quedarse como el bueno, el protector... ya eso no se lo cree ni el mismo.

Investigaciones realizadas por equipos enviados por UNASUR (Unión de Naciones Sudamericanas, conformada por doce países América del Sur) concluyó que en El Porvenir hubo una masacre planificada y los responsables deben ser sometidos a un juicio ordinario, sin embargo admite que el trabajo no está completo porque resta por investigar la muerte de los dos funcionarios de la prefectura policial de Pando, Pedro Oshiro y Alfredo Céspedes.​ 

"Hemos adoptado una actitud de imparcialidad, escuchamos todas las voces, las del sector cívico-prefectural opositoras al presidente Evo Morales, y a los sectores campesinos, que fueron las víctimas principales"; y agregó "Cruzaron el río sin saber nadar, de modo que indudablemente está el peligro de que sean más los muertos, y además tenemos pruebas de que los heridos fueron agredidos en los hospitales, por eso seremos muy precisos al calificar estas graves situaciones", dijo el reporte de Unasur.

Cuando la Policía dio la señal, todos comenzaron a disparar. 

"Niños, mujeres embarazadas y hombres caían como animalitos del monte, o peor, por acá le tenemos lástima a los animalitos", dice una mujer alta y morena, al lado de la Alcaldía de Filadelfia reducida a cenizas.

Cuatro días antes del 11 de septiembre, todos sabían que en Pando se iban a matar entre campesinos. El rumor de que el Gobierno estaba movilizando gente desde Riberalta se había convertido en noticia y el miedo de una toma de la Prefectura comenzó a crecer. Para el 8 de septiembre, ya se decía que Leopoldo Fernández iría a negociar en el camino para que no llegaran a la ciudad, para que no haya enfrentamiento en Cobija, pero la comitiva crecía en Puerto Rico y desde las comunidades llegaban más personas, hombres, mujeres y niños para marchar sobre Cobija. Sus dirigentes les decían que iban a un ampliado campesino, que se reunirían con Fernández para hablar sobre proyectos. Nada de eso sucedió. La mañana del jueves 11 de septiembre hubo enfrentamiento y masacre en Porvenir. Ahora, todos tratan de lavarse la sangre de las manos.

Un joven se sienta a la mesa. Dice que va a contar cómo se salvó de morir tirándose al río Tahuamanu. Tiene 22 años y no quiere decir su nombre. Vino con la comitiva, integrada por 480 personas, desde San Ignacio del río Orthon, una comunidad del municipio Madre de Dios. Salieron a la medianoche del 9 de septiembre en camiones.

Asegura que no traían armas y reniega del mote masista. "No somos masistas, somos campesinos. Nuestro instrumento político es PASO y nuestro líder, Abraham Cuéllar", dice. El principal representante de PASO es el delegado presidencial de Beni y su figura local es el senador Cuéllar, que fue elegido por UN pero que se ha aliado al MAS.

Cuando llegaron a Tres Barracas, comunidad ubicada a 4 km de Porvenir, se encontraron con un zanjón que cubría todo el camino. Era una especie de canal que habían puesto los del Servicio Departamental de Caminos para evitar que los campesinos pasaran. "Ahí nos quedamos toda la noche», ellos estaban al otro lado con cohetes y palos. También había gente armada", dice.

Se replegaron a 3 km del barranco, hasta el ingreso de Don Miguel, la hacienda de Miguel Chiquitín Becerra, exalcalde de Cobija y aliado de Evo Morales en la región. Volvieron al amanecer del 11 de septiembre hasta la zanja. Ahí comenzó el enfrentamiento. Los autonomistas los hicieron escapar a cohetazos y pedradas. Cruzaron la fosa y los persiguieron hasta Don Miguel. "Ahí cogimos coraje. Dijimos basta de humillación, nosotros podemos, y nos dimos la vuelta y los hicimos huir", cuenta.

Bashinho también estuvo en Tres Barracas esa mañana, sólo que del otro bando. Vive en Porvenir y, pese al apodo brasileño, es boliviano. Dice que el primer enfrentamiento fue por la madrugada, a cohetazos, palazos y pedradas; asegura que por la mañana los campesinos ya estaban armados. "Chiquitín les dio armas y 200 Bs. (US$ 28.94 a cada uno. Cuando volvimos, nos estaban esperando y comenzaron a granear bala. Corrimos pa'l monte y pudimos llegar hasta Porvenir", dice.

También estuvo en la zona Edgar Balcázar (45), que había ido con el bando de Porvenir. Él asegura que había ido desarmado, pero cuando los campesinos comenzaron a corretearlos perdió el equilibrio y fue alcanzado. Le dieron con palos, chicotes y un culatazo de escopeta en la ceja izquierda. Una semana después tiene el cuerpo todo amoratado. Pero no terminó ahí, le amarraron las manos con su cinturón y le vendaron los ojos con su camisa. «Me decían que me iban a llevar hasta la plaza de Cobija para matarme chuto. Me subieron a un camioncito con cinco personas más y me seguían dando huasca», dice.

Cuando los campesinos controlaron la situación, obligaron a un operador de oruga del Sedcam a tapar el hoyo en la carretera y marcharon hacia Porvenir, quemando todo vehículo a su paso.

A las 9:27 incendiaron una moto, pero la tragedia se terminó de gestar poco antes de las 9:34. Carlos Durán venía huyendo de Tres Barracas en su camioneta Dodge roja. A su lado estaba Pedro Oshiro, un ingeniero forestal de Porvenir. Durán, al que le dicen Boyé, subió la velocidad pese a que vio que varios vehículos le tapaban el paso. Eran los de Filadelfia. La Dodge chocó con una camioneta blanca, y Durán y Oshiro fueron bajados. «Me trataron de disparar dos veces, pero la escopeta negó el tiro», cuenta Boyé. La tercera, el disparo salió, pero esta vez le apuntaban a Oshiro. El disparo entró por la mandíbula y salió por la parte trasera de la cabeza. A Durán lo tiraron al piso y trataron de cortarle la mano derecha. Él logró retirarla lo suficiente como para que el machete le cortara sólo dos dedos. Luego, alguien le dio dos culatazos en la cabeza y lo dieron por muerto. Todo esto está fotografiado. Un comunitario de Filadelfia se dio a la tarea de sacar fotos, con fecha y hora de los hechos. Es por eso que se sabe que llegaron a Porvenir poco después de las 11:47. Las mujeres estaban sobre los vehículos en los que venían los rehenes y los hombres marchaban al lado.

"En Porvenir nos estaba esperando la Policía, que nos pidió paciencia, que iban a negociar para que pasemos», cuenta una mujer entre sollozos. Durante dos horas, los policías trataron de mediar para que no haya disparos. Balcázar relata que lo tuvieron en el camión como dos horas. Junto a él estaban Frank Franco, un vecino de Villa Rojas, Martina Pinto, que tenía un balazo en el brazo, y Alfredo Céspedes. La sargento de Policía, Mirtha Sosa, comenzó a buscar a los rehenes. Cuando gritó el apodo de Balcázar, Papi Mozulilos encontró. "La gente, al verme, se enfureció: «Papi Mozuli mirá lo que te han hecho, te han desgraciado y mataron a Oshiro. Ahora van a saber cómo somos cuando nos enojamos»", relata Balcázar.

Ahí terminó el enfrentamiento y comenzó la masacre. Los campesinos alcanzaron a matar a Céspedes frente a la casa de su cuñado, el alcalde de Porvenir, pero luego sólo hirieron a unas 20 personas. En cambio, ellos habrían sido perseguidos por todo el pueblo y muertos. «Salimos de entremedio de las balas y corrimos a una casa que estaba al ladito de los camiones. La dueña me decía que no, que le iba a traer problemas, pero entré igual. “Métanse debajo de la cama pa' que no las pillen”, nos decía, y como soy gordita, no entraba. Afuera se escuchaba cómo ardían las camionetas y cómo sonaban los tiros», cuenta una mujer en la sede de los campesinos.

Para entonces, los cuerpos de los caídos estaban en la calle y había hombres con Uzis.

Personal del Ejército que está en la zona maneja otra hipótesis. Dicen que la viuda de Oshiro contrató a sicarios del narcotráfico que trabajaban para Mauro Vázquez, capo de la droga en Cobija, que hoy está preso. Un vecino de Porvenir dijo que reconoció el acento de tres peruanos, pero no sabía de qué bando estaban. Para reconocer a quién había que matar, bastaba con mirarse las muñecas. Los campesinos se distinguían entre sí con cintas amarillas, rojas y verdes. Se cree que los campesinos tenían manillas amarillas y que había militares disfrazados de campesinos con cintas rojas. Los de Porvenir aseguran que en uno de los cuerpos encontraron una credencial de un francotirador de la Naval; esa documentación fue entregada a la Fiscalía.

Cuando a los campesinos se les acabaron las balas fueron cazados "como chanchos troperos". 

"La gente de monte es así. Cuando usted ve una víbora, le dispara. Cuando usted se encuentra con alguien armado, lo mata antes de que el otro lo mate a usted", dice un hombre, que jura que es periodista.

Los campesinos se vieron acorralados entre sus perseguidores y el río Tahuamanu. Se lanzaron al agua para tratar de llegar a la otra orilla, pero muchos no lo lograron. Desde el margen norte del río los de Porvenir les disparaban. Para ese momento habían llegado ambulancias. Los autonomistas revisaban cada carro para ver de qué bando era al que transportaban. Sólo cuando sus heridos fueron evacuados dejaron que lleven a los otros.

Luego comenzaron a buscar a los campesinos casa por casa. "Vos fuiste la que mató a mi hermano», le gritaban a la mujer gorda que se había escondido debajo de la cama. No me mataron porque no era mi hora", cuenta.

Los campesinos que sobrevivieron están en lo profundo de la selva. Los militares organizan cuadrillas para buscarlos, pero aseguran que es difícil.

En Filadelfia el miedo se mezcla con la alegría. "Hemos perdido a muchos hombres y mujeres, pero hemos ganado. Al fin el endemoniado de Leopoldo está preso. Ahora es momento de que los campesinos gobiernen con nuestro presidente", dice la morena alta.

Al final, la cifra oficial de muertos pasa las 20 personas, la de heridos dobla esa cifra y no se sabe dónde están 106 campesinos. El drama sigue y cada día aumenta.

Desde el 16 de septiembre de 2008 hasta la fecha, Fernández y varios de sus colaboradores se encuentran en calidad de presos en la cárcel de San Pedro en la ciudad de La Paz por orden del juez, mientras su caso se encuentra en proceso de investigación por parte de la Fiscalía de Distrito debido a las muertes y tortura de campesinos en El Porvenir.

Los acusadores se han retractado, en ausencia de pruebas.

Mattarollo, que dio lectura las conclusiones, afirmó que es necesario superar la impunidad que ha sido una constante en muchos de los países de la región, no sólo bajo las dictaduras militares, sino también después de restituido el orden constitucional.

"Se trata de erradicar un fenómeno complejo que deslegitima al Estado y aleja a la sociedad del apego al derechos y la justicia, ya que sustituye el respeto a ley, por la búsqueda de los intereses individuales o sectoriales a cualquier precio", afirmó.

El informe considera que la impunidad es especialmente reprobable cuando, como en el caso de Pando, se está ante delitos extremadamente graves conforme al derecho interno y al derechos internacional.

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