Especiales Xi Jinping: Las Protestas de 1989


Amigas y amigos: Continuando con los especiales de Xi Jinping, el Presidente de la República Popular China, un homenaje del complejo de blogs a China y su cultura, les contaremos en esta crónica sobre una situación ocurrida precisamente hacen 30 años, en donde la tensión creciente en la vida pública china alcanzaría su nivel máxima, ya en 1989. Mientras se extendían las opiniones críticas con el sistema, la economía, aun manteniendo su crecimiento, daba muestras de recalentamiento con una tasa de inflación cada vez más alta y la entrada en crisis de numerosas empresas estatales. A estas circunstancias sociales y económicas debe añadirse el simbolismo del año 1989, año de la serpiente en el calendario chino, y en el que coincidían varias efemérides importantes, al cumplirse el 40º aniversario de la proclamación de la República Popular y el 70º aniversario del Movimiento del Cuatro de Mayo, así como el bicentenario de la Revolución francesa. Aludiendo a estas efemérides, el más famoso disidente político del momento, el astrofísico Fang Lizhi, envió una carta a Deng Xiaoping firmada conjuntamente con otros 90 intelectuales en la que reclamaba la liberación de disidentes políticos, en particular de Wei Jingshen, en prisión desde hacía diez años por su defensa de la democracia como "quinta modernización".

Aunque Deng Xiaoping rechazó tales peticiones, la situación internacional en la que las políticas de glásnost y perestroika de la Unión Soviética estaban transformando los regímenes de Europa del Este, amenazaba con extenderse a China, donde cada vez eran más habituales las críticas públicas a los dirigentes. Todo parecía indicar que se podían reproducir las protestas estudiantiles de diciembre de 1986 y, en efecto, así fue.

El detonante de las nuevas protestas, que serían mucho más intensas y multitudinarias que las de 1986, fue la muerte de Hu Yaobang, el antiguo secretario general del Partido, desalojado del poder en 1987 precisamente por sus intentos de diálogo con los manifestantes. Hu fallecía en Pekín el 15 de abril y varios miles de personas se congregaron dos días después en la Plaza de Tian'anmen de la capital china en homenaje a su memoria. Las manifestaciones fueron aumentando en días sucesivos y durante el mes de mayo se extendieron a muchas otras ciudades chinas. La publicación a finales de abril de un duro editorial en el Diario del Pueblo, el órgano del Partido Comunista, en el que se calificaban las protestas de "actos delictivos", no hizo sino aumentar el apoyo a los actos de protesta. El hecho de que ese editorial en el Diario del Pueblo se publicara mientras el secretario general del Partido Zhao Ziyang se encontraba en visita oficial a Corea del Norte parece indicar que fue obra del sector conservador del Partido, en un momento en el que el propio Buró Político se encontraba sumido en una profunda división entre dos facciones. Por un lado, Zhao Ziyang estaba dispuesto a tener en cuenta las peticiones de los manifestantes, mientras que, por otro lado, el primer ministro Li Peng defendía la necesidad de atajar las protestas mediante la intervención de la policía o, incluso, como ocurriría finalmente, del Ejército. El anciano líder Deng Xiaoping parece haber vacilado en su apoyo, pero finalmente acabaría respaldando al sector representado por Li Peng.

Las protestas en la Plaza fueron seguidas con atención por los medios de comunicación de todo el mundo, en gran medida gracias al envío masivo de corresponsales a Pekín para cubrir la histórica visita del líder soviético Mijaíl Gorbachov en mayo de 1989. Esta visita suponía la reconciliación de las dos grandes potencias del bloque socialista. Sin embargo, la presencia de los manifestantes en la plaza obligó a cancelar los actos oficiales en la misma, y Gorbachov apenas pudo salir de su hotel durante su visita oficial de tres días de duración.

La humillación que supuso para el régimen chino no poder celebrar los actos programados durante la visita de Gorbachov, mientras las televisiones de todo el mundo retransmitían lo que ya muchos consideraban la caída del comunismo en China, despertó la ira de Deng Xiaoping y de los miembros más veteranos del Buró Político, como Chen Yun, Peng Zheny Yang Shangkun. El 17 de mayo, en una reunión al más alto nivel, se decidió la destitución inmediata del secretario general Zhao Ziyang. El 19 de mayo, mientras las protestas se extendían por toda China, Deng viajó a Wuhan, donde presidió una reunión de la Comisión Militar Central. Algunas fuentes  afirman que se habría llegado a elaborar un plan para trasladar la capital provisionalmente a Wuhan en caso de que el Gobierno llegara a perder el control sobre Pekín.

Tranquilizado por el apoyo del Ejército tras la reunión de Wuhan, Deng Xiaoping ordenó a Li Peng que declarara la ley marcial en Pekín el 20 de mayo. Durante los días siguientes, Deng Xiaoping, junto a Li Peng y al presidente Yang Shangkun, dirigió la operación militar para acabar con las protestas. Unos 300.000 soldados fueron desplazados a Pekín, y tomaron posiciones en las afueras de la ciudad.

Finalmente, en la noche del 3 de junio, el Ejército comenzaba la operación. Los tanques entraban en la ciudad y se dirigían hacia la Plaza. Los enfrentamientos se sucedieron durante las primeras horas de la madrugada del 4 de junio. A las 6 de la mañana, la operación se daba por finalizada y el Ejército procedía a retirar de las calles los cuerpos de las víctimas mortales. Los cadáveres fueron trasladados al cementerio de Babaoshan, donde fueron incinerados sin que se permitiera ningún registro ni contabilización de los fallecidos. No se sabe cuántas personas perdieron la vida en el incidente. Las estimaciones varían desde 400 hasta más de 3000, según las fuentes.

La represión violenta de las manifestaciones en Pekín puso fin a la oleada de protestas en el país y, durante los años siguientes, condenaría al ostracismo internacional al régimen chino, blanco de fuertes críticas de la opinión pública internacional. En cualquier caso, el régimen había evitado el destino de los regímenes de Europa del Este y, recuperada la estabilidad política, el sector ideológica y económicamente más conservador, representado por Li Peng y Chen Yun, defendió una marcha atrás en las reformas económicas de tipo capitalista. Sin embargo, Deng Xiaoping, aunque había acabado apoyando al sector conservador, seguía creyendo en la necesidad de mantener y, aún más, acelerar el ritmo de reformas económicas. Su desconfianza en los conservadores parece haber sido la razón por la que eligió como nuevo secretario general del Partido y como sucesor a un político poco conocido, Jiang Zemin, el alcalde de Shanghái que había logrado un fuerte desarrollo económico en esa ciudad durante la última década, y que había conseguido mantener el orden público en Shanghai mientras se sucedían las protestas en Pekín y otras ciudades chinas.

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