Historias a la Chilena: Reñaca, diversión, alcohol y drogas.

Amigas y amigos: En pleno verano, un tanto raro por marejadas y fragatas portuguesas que ha decretado  prohibición circular por el borde coster y de bañarse en playas, la gente se las arrgla para divertirse en esta temporada como sea, más aún si tienen dinero suficiente para hacerlo, no solamente chilenos, sino los turistas internacionales, especialmente argentinos, que gracias a las modificaciones económicas efectuadas por el presidente Mauricio Macri, han llegado muchos más trasandinos a nuestro país y a nuestras costas, lo que no quiere decir que deban divertirse un momento o en una noche, al contrario, la diversión en Viña del Mar, está asegurada al por mayor, con uno de los lugares más concurridos en esta temporada veraniega, Reñaca.
 
Reñaca desde sus origenes fue uno de los lugares más concurridos por turistas ABC 1 o de clase alta, y eso lo refleja en las construcciones de edificios y casas exclusivas en altura, la gente llega a descansar y a pasar buenos momentos agradables junto a sus seres queridos y amistades, era un lugar tranquilo y que de a poco, los polos de desarrollo inmobiliario y comercial han ido creciendo en las últimas décadas atrayendo a más turistas chilenos e internacionales.

Reñaca es sinónimo de diversión y belleza. Más aún si en verano cuando el balneario más top de Chile es invadido por argentinos que se mezclan con los veraneantes nacionales. De día el panorama es playa y sol, y cuando cae la noche los jóvenes se alistan para carretear en algún “boliche”, si se quiere usar el término trasandino, de moda en esta época estival.

Pero más allá de los típicos clichés, lo que realmente ocurre en Reñaca durante la noche no siempre es conocido. El carrete en el balneario viñamarino mezcla clases sociales, juventud, trabajo y sacrificio. También están presentes los excesos.

Para algunos jóvenes, la noche parte en el paradero de microbuses ubicado en la avenida Libertad, entre las calles 3 y 4 Norte, a un costado del Palacio Carrasco. Hombres y mujeres se reúnen en el lugar para partir a Reñaca. El pasaje cuesta 0 pesos, no pagan pasaje, y es la solución para los que no tienen vehículo pero quieren ser parte de la exclusiva diversión del balneario.

El reggaeton a altos decibeles y la luz púrpura de la micro sirve como preámbulo al pub o discoteca de turno. Las edades de la mayoría de los muchachos y muchachas fluctúan entre los 17 y 21 años,e incluso bastantes menores de edad, como parte de una tónica que primará durante toda la noche. Muchos de los pasajeros vienen de una previa donde consumieron alcohol. Sus hálitos los delatan. Jorge, que viaja desde Villa Alemana para carretear en Reñaca explica que "los tragos en el local son caros así que hay que venir puesto". Agrega que en Valparaíso y otras zonas de Viña del Mar las fiestas están más funadas y hay más delincuencia. “Reñaca es más seguro y las minas son más ricas”, sentencia. Será tan así como lo explica.

El final del viaje es el Mc Donalds de Reñaca y allí se bajan todos, el panorama impresiona. Es medianoche y al menos 200 jóvenes, entre chilenos y argentinos, conversan, ríen y planifican la noche. Consumen bebidas energéticas y papas fritas del local. La mayoría tienen tickets de descuento o free-pass para diferentes locales de diversión que obtuvieron en la playa durante el día.

Frente a ellos, al otro lado de la calle, permanece estacionado un retén móvil de la subcomisaría de carabineros de Concón. Un funcionario policial conversa con un adulto y vigila los movimientos de los muchachos. Cada cierto tiempo una patrulla de la subtenencia de Reñaca pasa lentamente por el lugar.

El ex Long Beach, hoy La Piccola Italia, frente al segundo sector, es otro importante punto de reunión previo al carrete.  Los que no están allí se encuentran en la playa, donde el panorama dista de lo que se aprecia en el centro de Reñaca. Hiphoperos, punkies, cuicos, flaites, chicas pelolais y otras no tanto, conviven y aprovechan la oscuridad para beber de botellas de bebidas mezcladas con licor, mientras un grupo más reducido se fuma un pito de marihuana. Entre todos se advierten de tener cuidado con "los pacos".

En un escaño de la costanera, un grupo de muchachos de menos de 20 años bebe en vasos plásticos. "Si tengo cualquier atado mi mamá me saca", se jacta uno de ellos. Ajeno a la escena, un mendigo vacía un basurero en busca de algo valioso desechado por los visitantes.

Un conserje de un edificio de departamentos ubicado en el segundo sector de Reñaca, lo hace testigo privilegiado de las consecuencias que tienen las reuniones nocturnas de los jóvenes en la playa. Una de sus últimas malas experiencias ocurrió hace poco más de una semana cuando tres muchachos invadieron la propiedad que custodia y le pegaron a su nieto que lo acompañaba. Para defenderlo golpeó con un bastón a uno de los muchachos, el cual lo denunció a carabineros, por lo que fue detenido. "Fui atacado y quedé como victimario", comenta resignado. "Lo más difícil de este trabajo es tener que convencer con palabras a jóvenes que muchas veces están curados y volados. Pero eso no sale en ninguna parte", lamenta.

En ese momento, los silbidos de los jóvenes que están en la playa advierten de la presencia policial. Dos funcionarios a caballo recorren desde el sector cero hasta el quinto para evitar el consumo de alcohol y drogas. Al menos su presencia sirve para que los más de cien muchachos y muchachas dejen el lugar y se dispersen. Es parte del plan de seguridad, que además de los equinos implica la presencia de personal de infantería, perros y patrulleros en bicicleta, junto con colaboración de la Policía de Investigaciones y Policía Naval de la Armada de Chile, quines patrullan el secto.

Luego de un par de horas los jóvenes dejan la playa y parten a los lugares de moda. Un chico argentino, en evidente estado de ebriedad, pregunta qué micro tomar para ir a Ritoque. Pronto, un bus de recorrido urbano se detiene frente al mall de Reñaca y ofrece el viaje hasta el balneario de Quintero. Allí se realiza, cada sábado, una fiesta en domos de una conocida marca de ron. Hay promociones, licor y chicas lindas, y  por $0 cada uno, un grupo de al menos 20 muchachos decide abordar la máquina.

Otro de los favoritos es 5to Fun Beach Lounge, local de los faranduleros Daniel Pinto y Roberto Dueñas. El guardia del local comenta que el consumo mínimo es de .000 por persona y que cada noche se llena. Indirecta beneficiada del éxito del establecimiento es Elsa, viñamarina que cuida vehículos afuera del recinto, junto a su marido y sobrino. "En un día malo te puedes hacer .000 y cuando está bueno más de .000", explica. Asegura que no tiene una tarifa establecida, sino que lo deja “a la voluntad de la persona”. Tampoco forma parte de una agrupación de cuidadores o sindicato, como ocurre con los estacionamientos durante el día. "Hay que llegar como a las 10 de la noche y agarrar un lado no más, porque los estacionamientos quedan botados a esa hora", cuenta.

Los pocos jóvenes que no entraron a discotecas o boliches durante la noche, deambulan por la playa y el centro de Reñaca. Carabineros fiscaliza a un grupo que bebía frente al Mc Donalds. Tras un arbusto tenían escondida una botella de vodka. Son 8 muchachos, algunos de ellos argentinos. Usan su verso para zafar de la responsabilidad. La policía prefiere verter el licor en el suelo y les ordena retirarse, en vez de detenerlos. Lo más probable es que saldrían a las pocas horas.

Poco a poco los microbuses, esta vez hacia Viña del Mar, vuelven a cobrar protagonismo. La jornada de juerga está culminando y frente al primer sector de la playa se estacionan las máquinas mientras los jóvenes las abordan en masa. Nuevamente el reggaeton es la tónica. También las altas velocidades con que circulan. La mayoría comenta el carrete que se acaba. A bordo del bus unos muchachos beben cerveza mientras se organizan para volver -en algunas horas más- a tomar sol a la playa. Por el contrario, un grupo de chicas se queja de que "habían muchos flaites en la disco". Son las contradicciones del balneario (chileno-argentino) más top de Chile. Gracias.

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