Especiales de Masacre: La Matanza de Forrahue


Amigas y amigos: Continuando con el segmento de masacres en el complejo de blogs, uno de los hechos más sangrientos registrado en la segunda década del siglo XX  y uno de los golpes máscrueles en contra del Pueblo Mapuche fue la Matanza de Forrahue, ocurrida el 19 de octubre de 1912, a eso de las 5 y media de la mañana, salió desde Osorno un contingente compuesto por unos 45 policías y guardianes, al mando del mayor Julio Frías, rumbo al sector denominado Forrahue, ubicado a unos 15 Km. al oeste de dicha ciudad. Junto con los funcionarios policiales iba un periodista del periódico osornino El Progreso (de tendencia liberal) y el preceptor judicial Guillermo Soriano encargado de fiscalizar el desalojo de un grupo de familias mapuche, ocupantes ilegales de los terrenos del llamado Fundo Forrahue.

Dicha orden de desalojo fue dictaminada a favor del particular Atanasio Burgos Villalobos quien, habiendo agotado todos los medios judiciales y extra - judiciales para legitimar la propiedad de los terrenos adquiridos fraudulentamente por su padre, logró obtener una sentencia judicial para expulsar a los mapuche de las tierras que ancestralmente habían habitado.

Por esos días el Apo Ülmen Francisco Nailef, del territorio de Sragwe (jurisdicción de Rahue), se encontraba en Santiago haciendo todas las gestiones posibles con las autoridades chilenas para evitar el desalojo. Importante es mencionar que Atanasio Burgos había amenazado con sacarle la cabeza al Cacique (y patearla), si éste presentaba el caso a las autoridades de la capital chilena.

Lógicamente, Nailef no se iba a dejar amedrentar por las amenazas de Burgos y, como legitima autoridad tradicional, hizo lo que tenía que hacer. Lamentablemente, las gestiones del Apo Úlmen no impidieron los trágicos sucesos posteriores, por lo que a las siete y media de la mañana, el contingente policial llega a las casas del fundo de Atanasio Burgos. Allí esperaban 25 carretas que acarrearían las pertenencias de los desalojados. Serían esas mismas carretas las que transportarían, más tarde, los cadáveres de aquellos que dieron su vida en la defensa del territorio.

Del fundo de Burgos salió nuevamente el contingente policial rumbo a la ruka de Juan Acum, la primera de 18 casas a ser desalojadas y la más grande. En el trayecto la tensión aumenta con el sonido guerrero de la trutruka, que anuncia un inminente enfrentamiento

El mayor Frías ordena a algunos hombres adelantarse y explorar el lugar. Los exploradores informan que los weichafü están concentrados en la casa de Acum y que el camino se encuentra bloqueado con grandes troncos. Con un par de yuntas de bueyes logran despejar el camino y acercarse a su objetivo. Frías ordena desmontar a 15 hombres y disponerse en formación de tiradores.

La vivienda de Juan Acum se encontraba en el fondo de una ladera y rodeada de barricadas para impedir el paso de carabineros. Desgraciadamente estos dos factores facilitaron a la fuerza pública la acción de disparar sus fusiles Mauser, armas letales de gran alcance.

La estrategia de defensa mapuche fue la siguiente: fuera de la casa de Acum se encontraban algunas mujeres y niños provistos de garrotes para un enfrentamiento cuerpo a cuerpo. Era previsible que carabineros trataría de capturarlos y alejarlos de la casa sin una excesiva violencia (sin disparar). Por su parte, la mayor parte de la resistencia se parapetó dentro de la casa esperando la entrada de los efectivos policiales. En total hablamos de unos 25 weichafü dispuestos a resistir el desalojo.

Según el informe del mayor Frías, leído por el Ministro del Interior el 21 de octubre de 1912 en la Cámara del Senado, los Mapunche refugiados en la casa estaban armados de "armas de fuego, otros con palos y horquetas y algunas mujeres con tiestos de agua caliente". En el recuento de armas, posterior al desenlace fatal del desalojo, los mapuche supuestamente tenían "cuatro escopetas, un rifle, siete cuchillos, una lanza antigua, tres machetes, dos hechonas, una hacha, un fierro largo, un martillo y cuarenta y tres garrotes [sic]". Nos adelantamos un poco. Volvamos a la secuencia de los acontecimientos.

El mayor Frías, una vez leída la orden de desalojo, se acercó a la vivienda para ordenarles a los parapetados ocupantes que salieran del inmueble y que no se resistieran, debido a que cualquier acto de defensa sería inútil y traería fatales consecuencias. La respuesta no podía ser otra: “los indios me contestaban diciéndome que estaban todos dispuestos a morir y que ni siquiera me atreviera siquiera a atacarlos”. Así estuvo unos diez minutos hasta que dio la orden de desalojar a los usurpadores.

Es así como los efectivos policiales se abalanzaron sobre las mujeres y los niños que estaban fuera de la casa para retirarlos de la línea de fuego. Pero las malgen y los pichikeche resistieron heroicamente logrando herir a algunos carabineros.

Al ser detenidas algunas mujeres, salen de la casa dos wentru, los más fornidos. A uno de ellos, Francisco Acum, se le vinieron encima tres carabineros. Al respecto el periodista de El Progreso escribe: "haciendo un verdadero derroche de fuerza echó a tierra sus contrincantes, en vista de lo cual, se avalanzaron otros tres carabineros, logrando de amarrarlo después de asertarle algunos golpes en diversas partes del cuerpo [sic]".

Según Frías y el periodista de El Progreso, durante la reyerta (supuestamente) se produce un disparo desde el interior de la casa que hiere en el abdomen a un sargento de carabineros de apellido Arias, en el instante preciso que recibía un garrotazo en la cabeza por parte de una malgen. No se ha podido determinar si la bala que hirió a Arias efectivamente salió de un arma disparada por algún mapunche o fue disparada por otro carabinero en forma accidental. Aparte del sargento Arias, resultaron heridos otros seis carabineros por garrotazos y quemaduras con agua caliente, pero que en la balanza no representaron riesgo vital alguno.

Al ver que la resistencia mapuche no mermaba, Frías ordena a su tropa hacer la primera descarga al interior de la vivienda. Según el mismo mayor, después de la primera descarga algunos mapuche, armados, salen de la casa y huyen hacia el monte sin hacer fuego sobre ellos. Esto último es, por lo menos, extraño: si tenían armas para defenderse, ¿Por qué no las emplearon? ¿O es que dichas armas nunca existieron?

Frías ordena una segunda descarga. Gritos desgarradores se escuchan desde el interior de la vivienda. No obstante aquello, es probablemente que hubiera una tercera descarga, tal como afirmaron algunos testigos. Queda en evidencia que el procedimiento realizado por carabineros no corresponde a un desalojo. Lo que aconteció esa mañana fue una inmisericorde ejecución.

Una vez que cesaron los disparos, carabineros hace ingreso a la sruka de Acum. El periodista de El Progreso relata: "Sobre aquel sinnúmero de cadáveres y heridos, que habían quedado tendidos en el suelo, lograron después reducirlos, comprobándose que algunos de ellos estaban heridos y, sin embargo luchaban. La bravura de los indios, es verdaderamente innarrable, pues si una gota de sangre les queda en sus venas, la pierden defendiendo su causa. El cuadro que presentaba la habitación, repleta de muertos y heridos era desgarrador, horroroso. La sangre, humeante, aun corría por todas partes".

Frías también destacó la valentía mapuche en la defensa de su tierra, en declaraciones al periódico santiaguino “La Unión” (ligado al partido Conservador), el 30 de octubre de 1912, afirmó: "Y la bravura de la mujer indígena es más grande aún que la de los indios. ¡Hasta los niños! En vez de asustarse de las balas, miraban todo con la mayor impasividad… Ninguno se rindió! Qué raza!"

Una descendiente de un testigo cuenta: "Y un viejito Acum estaba escondido en un hoyo de esa casa. Llegaron, dispararon, los mataron. Este viejito se estaba haciendo el muerto y de repente entra un teniente a taparlo, a darle un puntapié y el viejito se levanta con su palo y le planta un palo al teniente. Y en eso el teniente le mete como cuatro o cinco tiros, lo dejó allí mismo al pobrecito."

Pasado el mediodía carabineros conducía en carreta a los muertos, heridos y prisioneros hacia la casa del usurpador Burgos, donde los heridos habrían recibido las primeras atenciones médicas. Siguieron más desalojos en las casas vecinas sin mayor resistencia por parte de los, una vez más, humillados y pisoteados mapuche. A eso de las dos y media, la tropa vuelve a Osorno con ocho carretas que llevan prisioneros, heridos, muertos y el dolor de un pueblo.

Como consecuencia del brutal desalojo, 15 mapuche perdieron la vida; 8 mujeres y 7 hombres. Entre estos 15 weichafü se encontraba un niño de tan sólo 11 años y tres mujeres embarazadas. No olvidemos a los 10  mapuches que resultaron heridos en este acto de barbarie.

Respecto al número de disparos efectuados aquel 19 de octubre, el Fiscal Militar a cargo de la investigación determinó que se efectuaron de 20 a 25. Sin embargo, tan solo los heridos tenían 24 heridas de bala sin considerar a los 15 mapuche ejecutados extrajudicialmente.

Un periodista del diario santiaguino La Unión que visitó Forrahue, con dirigentes de la Sociedad Caupolicán (que tuvo una postura vergonzosa frente a los hechos acaecidos), contabilizó un mínimo de 60 disparos. En la edición del 21 de octubre de 1912 del periódico La Unión se lee: "Las tablas de la cocina o pieza común donde se concentraron los indios han sido desprendidas o macheteadas en los puntos donde dieron los disparos, precaución tomada por los carabineros para borrar las huellas, según dijeron los indios".

Ante este sangriento hecho, y con investigaciones posteriores, se dicen que hay más ejecutados de las cifras estimadas, y que hoy es uno de los casos que el pueblo mapuche más recuerda y que hoy, con todo el conflicto en La Araucanía, puede que se vuelva a repetir, e incluso para combatir a grupos terroristas que están detrás a lo que considera la "Causa Mapuche"; en fin, la historia se vuelve a repetir. Gracias.

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